Cinco años de reafirmación territorial en Santa Rosa Leleque con Atilio Curiñanco y Rosa Nahuelquir
En febrero del 2007 Atilio Curiñanco y Rosa Nahuelquir volvieron al territoro mapuche que los vio nacer, continuando la lucha contra la corporación usurpadora Benetton.
El 12 de febrero no fue un domingo más para mí. El aeropuerto de Esquel suspendía su actividad por un par de meses acondicionando las instalaciones para la temporada invernal y atender al turismo de Bariloche, cerrado por la persistente presencia de cenizas de un volcán que se tornó implacable. El 12 de febrero era el último vuelo de la temporada cálida y a pesar de eso no me podía impedir estar presente en una de las conmemoraciones más significativas de la Patagonia.
Mis amigos, Rosa Rúa Nahuelquir y Atilio Curiñanco cumplían cinco años de la reafirmación territorial en Santa Rosa Leleque, y digo mis amigos (no mis hermanos como nos considera la comunidad mapuche) porque los conocí de ese modo mucho tiempo antes de la historia que los tuvo como protagonistas enfrentando a los terratenientes de la corporación Benetton. Rosa y Atilio cumplen cinco años de reafirmación territorial de un pueblo y diez años de haber ingresado al predio de 535 hectáreas (exactamente el 23 de agosto de 2002), el territorio ancestral de la familia Curiñanco y lugar de nacimiento de Atilio.
Al primero que vi fue a Atilio entre una nube de polvo surgida del juego del palín, que se practica con una caña de colihue a modo de bastón invertido golpeando una pelota de cuero del tamaño de las de tenis y no menos de cuatro jugadores de cada lado, cruzaba apurado el campo de juego cargando en sus espaldas uno de los tantos corderos y capones para el festejo. Rosa en la cocina libraba otra batalla entre ollas y asaderas y un enjambre de colaboradoras venidas de los rincones territoriales mapuche para conmemorar una fecha que ya es de todas las comunidades. El abrazo fue interminable y con emoción.
Recorrer el lugar con Atilio y Rosa fue una fiesta. La alegría contagiaba a todos. No podré imaginar nunca que esas tierras tengan otro destino, salvo que se tiñan de rojo.
Atilio con sus ojos húmedos, felices, acompañaba cada movimiento e inflexión de voz y durante más de una hora monopolizó nuestro encuentro con su mensaje insistente de la “vida profunda”. Me explicaba una vez más lo que pretendía de ese territorio, con la esperanza de que otras familias mapuche hagan ese camino. El muday, una bebida a base de trigo fermentado acompañaba nuestros pasos y uno de los momentos inolvidables que recordaré para siempre.
Javier Rodríguez Pardo,
Leleque, Chubut, Territorio Mapuche, 12 de febrero de 2012.
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Javier Rodríguez Pardo
Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH)
Sistemas Ecológicos Patagónicos (SEPA)
Red Nacional de Acción Ecologista (RENACE)
Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC)
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