Decía Pablo Feinmann recientemente que la idea de la “invasión” ocurre, invariablemente, con aquellos sectores que se sienten dueños del territorio, del suelo, de eso que llaman “la patria”, de eso que sienten les pertenece desde los orígenes y sobre cuyas esencias deben velar incansablemente. “La ´invasión´ es el fin de la ´patria´”, por eso preocupa y duele de manera cotidiana en algunos sectores. Y algo de eso debe estar pasando en la Meseta Central por estos días, o por lo menos así lo sienten y viven sus pobladores, para que la gente se ponga de pie. En nuestras dos ediciones anteriores mediante una cobertura exclusiva con medio centenar de vecinos del lugar, fuimos desentrañando un conflicto que motivó a la gente a convocar a una reunión de urgencia. Aparecieron allí las graves afecciones al medio ambiente, la carencia de agua, el secado de aguadas históricas, la mortandad de animales, la preocupación en los rostros. También cuestiones claras como la prácticamente nula convivencia propuesta por la minera Pan American Silver a los pobladores y propietarios de campos, además de los errados conceptos de “cambio” y “beneficios económicos” en que se estaría sustentando el desarrollo de este proyecto que aún requiere definiciones en la Legislatura y opinión de la gente.
Para agregar un aderezo más al menjurje, una de las mayores preocupaciones fue el modo “invasivo” en el que se estaría manejando la minera, sin control de nadie, ni siquiera del Estado rector.
En el lugar, varios testimonios fueron contundentes sobre cateos no autorizados que habrían estado realizando durante años.
El testimonio de varios pobladores fue lastimoso, con sonidos atascados de voces apuradas y respiraciones aceleradas. Relatos de lucha cuerpo a cuerpo, en palabras desconcertadas y miradas sin brillo.
Santana: “Si buscan que me vaya, se equivocan”
Sarmiento Santana, por ejemplo, contó a El Diario que personal de la mina se metió en su campo “sin ningún tipo de permiso”, hasta que lo tentaron alquilándole un tramo de 3000 metros por 600 para hacer exploraciones de los minerales. “Hace tres años que se lo tuve que alquilar porque ya me habían hecho cientos de pozos”, se lamentó. A cambio le dieron el valor de una camioneta cero kilómetro.
Santana dijo en pocas palabras que “cuando me di cuenta ya se me habían metido en todo el campo hasta que mis hijos lograron que me dieran otro campo por la zona de ´El Buey´ pero todavía me deben 3 hectáreas y la casa, porque hasta que no me la construyan no me voy de mi verdadera tierra”.
540 pozos
Con frases simples, ese hombre entrado en años y con un gran sentido de pertenencia a su tierra miró a sus vecinos y les contó: “Me secaron las dos vertientes que siempre fueron un paraíso en mi campo y ahora ni el pozo de la casa tiene agua, pero si buscan que me vaya se equivocan. He pasado sequías tremendas pero siempre tuve agua en mi campo y ahora cuando miro alrededor, lo único que sé es que me hicieron 540 pozos y que cada perforación lleva unos 140 mil litros de agua por día… ¿que vertiente aguanta?… esto se convertirá en poco tiempo en un desierto…”.
Riera: “Quiero saber que pasa”
Rodolfo Riera, de la Estancia “La Emilia”, tiene 9200 hectáreas en la zona de Piremahuida y participó de la reunión de pobladores porque “quería interiorizarse de lo que está pasando”, aseguró.
“Yo tengo 6 mil ovinos, 200 bovinos y 70 yeguarizos, y no los quiero perder por la falta de agua”, sentenció.
Riera reconoció que ha vivido muchos años de sequía pero que nunca se han agotado las vertientes como ahora. “Creemos que las perforaciones que está haciendo la mina nos están dejando sin agua”, afirmó, respaldando lo que ya habían remarcado otros pobladores.
Dijo que él les ha concedido un permiso para pasar con las camionetas por un camino vecinal hacia el campo de Aristóbulo Montenegro “que creo ya le vendió las tierras a la empresa minera”. Y poco a poco la temeraria palangana a cielo abierto va tomando forma en la Meseta…
Se está violando la Ley
El Código Minero Nacional de 1997 por Decreto N° 456, con modificaciones de la Ley N° 25.225, es bien claro respecto a los términos de convivencia con los propietarios de las tierras, que debe guardar cualquier empresa que pretenda realizar exploraciones y explotaciones en suelo argentino. El Título III precisamente trata “De las relaciones entre el propietario y el minero”. En el Artículo 26 por ejemplo dice que “El permiso es indispensable para hacer cualquier trabajo de exploración. El explorador que no ha tenido el consentimiento del propietario del suelo (sic) ni el permiso de la autoridad, pagará a más de los daños y perjuicios ocasionados, una multa a favor de aquél cuyo monto será de diez (10) a cien (100) veces el canon de exploración correspondiente a una (1) unidad de medida (500 hectáreas), según la naturaleza del caso. (…)”
El Artículo 32 por otra parte, advierte claramente que en todos los casos “El explorador debe indemnizar al propietario de los daños que le cause con los trabajos de cateo y de los daños provenientes de estos trabajos. El propietario puede exigir que el explorador rinda previamente fianza para responder por el valor de las indemnizaciones.
Además el Inciso II que trata sobre “Limitaciones al derecho de cateo” (artículos 33 al 41) remarca al inicio que “Ni el permiso para explorar ni la concesión de una mina dan derecho a ocupar la superficie con trabajos y construcciones mineras sin el formal consentimiento del propietario (sic)”
http://www.diariodemadryn.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario